Detalles del primer modelo biomecatrónico de un perro creado en Medellín

Esto se dio gracias a una alianza entre profesores de la Universidad de Antioquia y del Instituto Tecnológico Metropolitano.

De izquierda a derecha: Los profesores Sonia Cecilia Orozco Padilla y Lynda Jhailu Tamayo Arango de la Universidad de Antioquia, y Diana Alexandra Orrego Matute y Juan Pablo Murillo Escobar del Instituto Tecnológico Metropolitano, que hicieron posible la invención del modelo biomecatrónico de un perro en Medellín. Foto: Cortesía ITM.

Hace 10 años un grupo de profesores empeñados en mejorar las herramientas educativas de sus estudiantes se pusieron como objetivo crear el modelo biomecatrónico de un perro, a través del cual pudieran representar sus parámetros fisiológicos normales y anormales, y así entrenar, de un modo realista, las habilidades de la clase, pues hasta entonces en medicina veterinaria no existía un simulador fidedigno.

Para ello, cuenta Sonia Cecilia Orozco Padilla, investigadora y docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UdeA, recibieron en un primer momento el cuerpo de un perro muerto, pequeño, con el que comenzaron un largo proceso de plastinación, y con el que fracasaron, pues si bien era cierto que ese había sido un proceso bastante usado en la conservación de piezas u órganos específicos, también era cierto que hacerlo en el cuerpo completo de un animal les iba a implicar un reto mayor.

La plastinación es una técnica que implica una serie de procedimientos “mediante los cuales los fluidos propios de los tejidos y parte de la grasa de un ser vivo son reemplazados lentamente por un polímero, bajo condiciones de vacío, obteniendo así preparaciones biológicas reales, limpias, secas, resistentes, de duración ilimitada en el tiempo, que pueden ser examinadas sin necesidad de guantes o cualquier otro tipo de medida preventiva, y que no necesitan tratamientos ni condiciones especiales de almacenamiento”, explican en la Universidad de Murcia.

Así que luego de ese primer fracaso, un nuevo tutor plenamente consciente del proyecto de los profesores adscritos a los grupos de investigación Biogénesis, Centauro y el Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas en Veterinaria (Cibav) de la UdeA y el Grupo de Investigación e Innovación Biomédica GI2B del ITM, les donó el cuerpo de su animal de compañía, de ocho años de edad, una vez falleció.

Este es el modelo biomecatrónico de un perro que hicieron la UdeA y el ITM. Foto: Cortesía ITM.

Este es el modelo biomecatrónico de un perro que hicieron la UdeA y el ITM. Foto: Cortesía ITM.

En esta nueva oportunidad el éxito de la plastinación fue innegable… Pero, para que un dispositivo sea biomecatrónico debe tener aplicados, además de los elementos biológicos, los elementos mecánicos y electrónicos, ya que esa ciencia (biomecatrónica) abarca los campos de la robótica y la neurociencia, por eso la alianza que surgió entre ambas instituciones para desarrollar el modelo del perro, incluyó el trabajo de los investigadores y profesores de medicina veterinaria o de ciencias agrarias de la UdeA, Jorge Enrique Gallego Rodríguez, Lynda Jhailu Tamayo Arango y Sonia Cecilia Orozco Padilla; y los de innovación biomédica del ITM, Diana Alexandra Orrego Matute y Juan Pablo Murillo Escobar.

Es decir, luego del proceso de plastinación, “el cuerpo del perro fue acondicionado con módulos de simulación mecánicos, eléctricos y electrónicos y túneles subcutáneos para la conexión de estos, que simulan su actividad fisiológica, pues lo que planteamos es un módulo mecatrónico, con una parte mecánica para la percusión y presión sanguínea y una parte electrónica para la señal electrocardiográfica y el llenado capilar”, señala Diana Alexandra Orrego Metaute, investigadora del ITM.

Como resultado de la realización de todos estos procesos y adecuaciones, de este modelo biomecatrónico al que aún no le han puesto nombre, los investigadores obtuvieron a un perro de apariencia real, con el que esperan plantear escenarios clínicos que involucren de manera directa a los estudiantes y a través de los cuales, estos puedan practicar resucitación cardiaca, cerebral y pulmonar; evaluar el estado neurológico por medio del reflejo pupilar; tomar muestras sanguíneas y la presión femoral; y acondicionar los catéteres.

Desafíos del proyecto

Según comenta Sonia Cecilia, los retos a los que se vio enfrentado el equipo de trabajo para poder crear este modelo, fueron varios. El primero, realizar la técnica de la plastinación en el perro por la cantidad de insumos químicos que requería y que incluso, en un primero momento, no funcionaron, por lo que tuvieron que cambiar las proporciones de esos insumos durante la marcha.

El segundo, mantener el pelo, pues tuvieron que peinarlo durante muchísimo tiempo con cepillos especiales para quitarle los residuos de la plastinación y que quedara como en su estado natural. El tercero, articular al equipo de bioingeniería. “Nosotros les decíamos: Queremos esto. Y ellos nos respondían: Podemos solucionarlo de esta manera… entonces fue un trabajo muy bonito, interdisciplinario, en el que durante muchos años, ambas partes, tratamos de darle solución a algunas de nuestras necesidades como docentes con en el simulador. Este tipo de alianzas es muy importante incentivarlas”, concluyó la profesora.

Aunque el modelo aún no ha sido usado en las aulas de clase, ambas profesoras esperan que pueda hacerse pronto.

La patente

El 28 de septiembre y después de varios años de haberla pedido, la Superintendencia de Industria y Comercio le otorgó a la UdeA y al ITM, la patente de invención del modelo biomecatrónico de un perro, por cumplir con las condiciones que exige esa autoridad nacional para hacerlo: novedad, alto nivel inventivo y aplicación industrial. Tener una patente significa que ambas instituciones son propietarias del invento y que, por consiguiente, tienen todos los derechos reservados para su desarrollo y para buscar aliados estratégicos que les ayuden en su producción industrial.

“Al ser una creación tan novedosa, tan diferente a lo que existe actualmente en el mercado, fue posible protegerla por un periodo de 20 años”, le dijo Felipe Londoño Velásquez, abogado de propiedad intelectual de Transferencia del Conocimiento UdeA, al diario de la misma universidad.

Fuente

Acerca de A. Arrieta

Físico egresado de la Universidad de Córdoba con sede en la Ciudad de Montería. Magister en Física de la Universidad Nacional de Colombia con sede en la ciudad de Medellín. Docente del Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM) y docente adscrito a la Secretaría de Educación de Medellín. "Amarrar el conocimiento no te hace más sabio, en cambio compartirlo te hace más útil a la sociedad, trascender y no morir para siempre".
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